Por mucho que haya presentado libros antes (algunos de ellos muy especiales para mí) y que haya hecho cientos de presentaciones y me vuelva loco comunicar, compartir un nuevo libro con la familia y los amigos siempre es una experiencia (super) emocionante, inolvidable, y siempre es como si fuera la primera vez.
Este año es el año de El antídoto. No suelo tener tiempo para pensar en la presentación antes de ese día y no suelo prepararme, por lo que delego toda la responsabilidad en mi corazón, con la esperanza de que sabrá qué decir cuando se ponga a hablar. Ya sabes que pienso que si le dejas hablar, el corazón siempre encuentra las palabras adecuadas.
El lugar me encanta.
La Casa del Libro de Gran Vía es mi sitio favorito para lanzar un libro. Me siento como en casa porque he vivido allí momentos míticos. Allí gritamos juntos que no le teníamos miedo a la noche, y compartimos nuestro patio en el centro del universo, para cualquiera que quiera acompañarnos a ese lugar donde siempre es verano y las estrellas brillan solo para nosotros. Y eso no se olvida nunca.
Aunque esta sea la 6ª vez, ver tu libro anunciado en el escaparate en plena Gran Vía siempre es igual de bonito. Y ver cómo van llegando tus amigos, sin saber si serán 5 o 500 (Madrid es impredecible) y poder abrazarles de uno en uno es absolutamente genial. Es tan emocionante… Como incluimos al principio de nuestro libro:
El secreto es rodearte de personas que te hagan sonreír el corazón. Es entonces, solo entonces, que estarás en el País de las Maravillas. (Lewis Carroll, Alicia en el país de las Maravillas)
En este libro el corazón ocupa el lugar central, es el epicentro de un futuro en el que el ser humano tendrá que redefinir su nuevo territorio como especie frente a las máquinas, y el latido será nuestro grito de guerra!
El siglo XXI es el siglo del corazón.
Este martes bebimos juntos algunas dosis líquidas 🙂 de un antídoto que está cargado de corazón, ikigai, singularidad, polimatía y sentido, y que espero que comience a extenderse pronto por todo el planeta.
Al final del día llegué a casa fundido… pero inmensamente feliz y cargado de abrazos, y eso que no sabía que todavía me esperaba un antídoto sólido 🙂
Gracias de corazón por acompañarme en otro de mis sueños. Y, lo más importante, ¡no olvides trabajar en los tuyos! Si se te olvida ya sabes donde estoy para recordártelo.
Un abrazo inmenso y… ¡GRACIAS!
Pd. Nos hicimos miles de fotos, idme enviando y las iré compartiendo aquí!
Algunas fotos del evento
Iré subiendo más! 🙂











