Escuché la noticia sobre su muerte en la radio, esta mañana, de camino al trabajo, y sentí que la especie humana era, desde hoy, un poco más pobre.
Necesitamos más Stephen Hawking.
No solo por lo evidente, su pasión por la vida, su capacidad intelectual y su aportación al mundo de la ciencia.
Ni siquiera por desafiar todos los pronósticos de lo que una persona puede vivir con ELA.
Sino porque siempre, ante cualquier situación que consideró que podía suponer un riesgo para el ser humano, tomó partido.
Porque ser un líder, tener ascendencia sobre una comunidad, o sobre la sociedad en su conjunto, es también eso, tomar partido hasta mancharse. Como decía Celaya en La poesía es un arma cargada de futuro:
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Puedes estar o no de acuerdo con él, pero Hawking tomó partido, sobre el impacto del cambio climático y su posible efecto irreversible, sobre el riesgo de una Inteligencia Artificial mal gestionada y sobre todo aquello que consideró que podía suponer un riesgo existencial para el futuro del ser humano como especie.
En enero de 2015, Hawking, Elon Musk y decenas de expertos en Inteligencia Artificial, como Erik Brynjolfsson, del MIT, o de la genética, como George Church, firmaron una carta abierta para investigar el potencial impacto social de la Inteligencia Artificial, para prevenir su uso no ético y para explotar su potencial para erradicar la enfermedad y la pobreza.
Cuando hablo de influir para cambiar el mundo me refiero justo a eso, a tomar partido, a comprometer tu reputación, tu autoridad, tu carisma, al servicio de los demás.
Hawking, como Neruda, también puede confesar que ha vivido y que ha dejado un gran legado como ser humano.
Ahora le toca viajar a las estrellas, como Sagan, a esas estrellas que garabatean ante nuestros ojos heladas epopeyas, cantos resplandecientes de un espacio inconquistado.
Pd.: Vale, me has pillado, lo de las heladas epopeyas no es mío, lo saqué del Cosmos de Sagan 🙂 y acompaña a una de mis frases favoritas, que recogí en mi obra cumbre 🙂 Sin temor a la noche:
Hemos amado con demasiada pasión a las estrellas como para temer a la noche.