Aquí va una entrevista que me hizo Ana Quintana (¡gracias Ana!) y que salió publicada en deHumano.
AQ: Creo que es en la ausencia de juicio donde encontramos verdades. ¿De dónde nace “Un patio en el centro del Universo”?
CR: Dice el poeta austriaco Rilke que la verdadera patria del hombre es la infancia. En mi caso, mi patria es la infancia de mis hijos. Así que este libro es un viaje a nuestra patria.
Lo escribí porque me hacía ilusión crear un lugar en la memoria (y en el universo) con Lucía y Lucas, mis hijos, un lugar al que siempre podamos viajar juntos, donde siempre es verano y la luna brilla solo para nosotros. Nuestro patio en el centro del Universo.
Se trata de una obra divertida, que nos habla de ese momento en el tiempo tan efímero que compartimos con nuestros hijos, de la infancia y todo lo que supone el centro del universo para un niño (y para sus padres).
Hemos escrito el libro que nos gustaría leer cada noche antes de dormir.
AQ: Siempre he pensado que uno debe cuidarse de aquellos que saben escribir; tienen la capacidad de enamorar sin siquiera tocar. Al margen del lector ¿por qué escribe?
CR: Creo que es fantástico poder disparar un proceso intelectual o emocional en otra persona a través de un conjunto de palabras. Aunque soy tímido, imagino que es esa posibilidad, la de despertar algo en otro, la que hace que me apasione escribir y dar conferencias.
Nuestro patio en el centro del universo intenta provocar un efecto en el lector. El reto consistía en mover emocionalmente a padres e hijos, a la vez, pero en planos distintos y superpuestos de comunicación. Despertar la sonrisa cómplice del padre, que desemboca en emoción en la última página, mientras los niños se parten de risa con los dibujos. No era fácil, pero espero haberlo conseguido.
Por otro lado, escribir tiene también un efecto depurativo. Te ayuda a canalizar tus emociones y a dar forma a tus pensamientos.
AQ: La vida, para mí, no es un problema a resolver sino un misterio a descubrir ¿y a usted qué le motiva?
CR: A mí me motiva, como decía Twain, explorar, soñar, descubrir. Sigo hablando con el niño que espero ser siempre, y sigo pensando que puedo hacer cualquier cosa que imagine. Si puedo imaginarlo, puedo hacerlo.
AQ: Dondequiera que vayas, busca siempre la belleza y la inmensa bondad de Dios, decía la Madre Teresa de Calcuta. ¿Es el acto de escribir, en sí mismo, una manera de encontrarse o de encontrar…?
CR: Es una manera de encontrarse. A pesar de que nuestro libro parece un inofensivo álbum ilustrado para niños (y lo es), tiene también una (imperceptible) lectura espiritual. La de un universo infinito lleno de centros que ejercen un brillo infinito sobre todos los demás. Ser parte y todo a la vez.
AQ: Facundo Cabral decía que quien no ama su trabajo, aunque trabaje todo el día es un desocupado. En estos tiempos de crisis ¿florece la creatividad o es todo producto del ingenio?
CR: Todos somos creativos por naturaleza pero las crisis agudizan el ingenio, nos fuerzan a explotar el pensamiento lateral y a orientarnos a la acción.
AQ: Para usted ¿qué es lo principal que hay que enseñarle a los niños?
CR: Tagore le decía a Yogananda que la verdadera educación no podía ser inyectada por bombeo, de afuera hacia dentro, sino que debía ayudarse a su espontaneo fluir de adentro hacia afuera, desde los infinitos recursos de la sabiduría interna. Yo pienso lo mismo, a los niños solo hay que amarles para que florezca en ellos lo que ya son en realidad. Hay que mirarles y escucharles más.
AQ: ¿Cuál es el primer paso para reconocer cuando se está feliz?
Hay muchas formas de felicidad, que van desde la sensación placentera, pasando por el fluir, y culminando en una vida cargada de sentido, al servicio de un propósito que nos trasciende. La tercera es la más duradera pero no tiene porqué ser placentera, y las tres son transitorias.
También podríamos distinguir entre la felicidad natural, que es la que sentimos cuando conseguimos lo que queremos, y la felicidad sintetizada, que es la que creamos cuando no conseguimos lo que queremos. Creo que se nos debería enseñar desde muy pequeños a sintetizar felicidad, a generar alternativas.
Y, por otro lado, existen una serie de emociones positivas vinculadas a la felicidad. Las más comunes son la alegría, la gratitud, la serenidad, el interés, la esperanza, el orgullo, la diversión, la inspiración, el asombro y el amor.
Por tanto hay muchas formas de reconocerse feliz, en diferentes grados, como también hay muchas maneras de sintetizar felicidad cuando todo lo demás no funciona.